Bogotá: La Aténas de Amèrica

…Era la gran Bogotá que se extendía en esa hermosa sabana, desde el aire tan imponente se erige la “Atenas de América”, con sus nubes azules, su sol brillante, su frio acogedor, su caos tan abrumador pero tan Cosmopolitan… “Señores pasajeros estamos a punto de aterrizar en el Aeropuerto Internacional el Dorado de la ciudad de Bogotá”.
Viajas por fútbol, viajar por pasión, viajar por trabajo, viajar por viajar es mi consigna, esta vez lo que me traía a la capital de la republica era ver el partido que jugaba el América de Cali en el Campin, aun así se aprovechó para darse una vuelta por la inagotable ciudad; andar en bus, SITP y Transmilenio por Bogotá es sin duda la mejor de las elecciones, las distancias y los costos hacen que no pienses dos veces en atravesar Fontibón las veces que sea necesario.
Después de llegar al apartamento de un amigo que muy amablemente nos acogió en su apartamento, decidimos salir a la noche bogotana, una caminata por la Boyacá y después a comer; sin duda alguna ir a la capital y no comer la famosa fritanga y pelanga bogotana es una contradicción casi que ilógica.
El sabor de los fritos de pollo, la longaniza, el cerdo, la famosa morcilla, el chorizo, plátano, la papa de la Sabana, el chicharrón y las vísceras, hacen de este un aperitivo único en el país del Sagrado corazón, la grasa, el frio y una pola hacen una combinación perfecta.



La madrugada se asoma  en la capital, una espesa nube de neblina se dispersa mientras un cappuccino caliente, hace que los que vivimos en clima cálido nos adaptemos al estupor del frió  después de eso ya toca tomar cerveza y a dormir.

Amanecía en la ciudad, una densa neblina y una vuelta  antes del picado de la mecha, pero primero a desayunar y tenía que probar la famosa Changua, dicen en la sabana que este plato es de dos extremos, te gusta o la odias; la Changua es una especie de sopa con huevo, tortillas y crema de leche, de la que verdad esperaba más, pero bueno lo importante fue la experiencia de seguir disfrutando de la gastronomía bogotana.
Un tour por Candelaria era justo lo que se necesitaba para distraerme antes del partido, la Plaza de Bolívar  es sin duda parada obligada, protegida por los cerros de Guadalupe y Monserrate, los recuerdos inamovibles en mi cabeza hacen que mis ojos se vislumbren con el Palacio de Justicia recordando las imágenes de aquel trágico 6 de Noviembre tan impune.
Una linda rola, la hermosa Candelaria tan colonial, tan bella y tan intacta, hacen querer ir a la capital colombiana una y otra vez, llegaba la hora de ir al Campin, tres goles del rojo, el estadio a reventar, el América, América en las tribunas, una linda compañía y era hora de regresar a Cali, un susto en el corazón por un incidente en el avión, pero ya en casa para escribir esta crónica, extrañando esa gran metrópolis a la que prometí regresar.



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