La Tatacoa II: El Alto de la Linea

Caía la madrugada de aquel marzo, cruzando el Quindio para llegar al Tolima, en lo que se conoce como el Alto de la Linea, el frió que calculo estaba en cinco grados, era abrumador, tenia como destino Cajamarca en primera instancia, las curvas, los abismos y las tractomulas hacen de este lugar uno de los mas peligrosos de Colombia y mas a esas horas de la noche, eran mas las ganas de devolverme que de seguir adelante, era aterrorizante ese trayecto, la adrenalina me hacia proseguir el camino, una curva me gano y me vi en el piso, pero se logro controlar esa curva tramposa.
No se puede descansar la carretera no te lo permite, o sigues o te devuelves, la chaqueta que llevaba conmigo era insuficiente, a mitad de camino una luz se vislumbro, un paradero donde un campesino quindiano que vendía aguapanela caliente con queso a esa horas de la noche y que son tradicionales en el lugar, fue mi para obligada, me coloque dos camisas mas y compre una aguapanela que el frió me hizo botar casi toda, una familia que se dirigía a Girardot se sorprendió al verme viajar solo y entablaron una conversación conmigo, al partir me desearon suerte en el viaje y admiraron mi valentía, allí descanse un rato mientras la luna despejaba las nubes admire el paisaje, aborde mi moto y proseguí el camino ya descendiendo el alto de la Linea me encuentro con la bella Cajamarca, una meseta en medio de la coordillera Central, tan linda y melancolica, ya casi amaneciendo los gallos cacareaban y pare a preguntar a cuanto estaba de Ibague a un motociclista, me dijo a dos horas, ya la luz empezaba a llegar, y como si el destino me lo hubiese colocado en el camino, salia el sol y el corazón de Ibague adornado de las bellas montañas tolimenses se postraban en mi camino, sin duda faltaba camino, pero atravesar la Linea en tan adversas condiciones para mi ya era un logro...

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