Pereira la...


Querendona…

Si en algún lugar del mundo quieres sentirte como en casa tienes que visitar la ciudad de Pereira, una hermosa Villa encumbrada en medio de los Andes es la reina del Eje cafetero, con su viento coquetón y sus noches calladas, sus calles de ámbar tan dulce como el Matecaña, sus mujeres que seducen con su belleza al propio y al visitante, enamorándose de la Perla del río Otún como la tierra prometida.
A pocos minutos del Valle del Cauca saliendo por el norteño Cartago nos encontramos a Cerritos y se empieza a sentir el clima templado de Pereira, la querendona nos saluda con el movimiento de las palmas de lado a lado entrando en medio de  la Avenida Sur (no me aprendí más calles), pero me basto con esta porque es un lugar hermoso, su vista hacia la ciudad la hace única y hermosa…

…Trasnochadora…

La  noche de Pereira no se siente porque el cielo se oscurece sino porque el frio se toma la ciudad,  y es que hasta el “maestro” frio, no quiere perderse la noctambula ciudad que con un trago de aguardiente y una buena música se disfruta hasta el amanecer, díganmelo a mí que me lleve más que una linda noche, me lleve un día inolvidable para mí, conocer a mi compañera de viajes y de vida con la que les iremos contando día a día  sobre cada lugar que visitemos.
El centro de Pereira empieza a vibrar con una buena salsa de Guayacan “…Que te pasa estas llorando no puede ser si hasta ayer tú te reías….”, un buen merengue “…Ojalá que llueva café en el campo, que caiga un aguacero de yuca y té del cielo una jarina de queso blanco...” una bachata, un “populacho” y que el ciclo se repita, porque hasta el Bolívar desnudo se pone el smoking para bailar con una bella pereirana.

Y  morena…

Desde el Viaducto se alcanza a ver Pereira y a su lado su hermanita menor Dosquebradas, tan juntas que parecen una sola, después de la rumba es hora de levantarse y tomar un buen café de la tierra donde es propio, es como tomar Mate en Argentina lo podes tomar en Cafarnaúm pero nunca sabrá a lo mismo, la suave brisa pasa en la mañana utilizando a los guaduales como su asentamiento haciéndolos mecer de un lado a otro, sus calles curvas y empinadas te esperan para que camines por ellas con un ardiente sol que enluce el pasar por el Aeropuerto Matecaña, el estadio Hernán Ramírez Villegas, por el edificio del Otún y tantos otros lugares que valen la pena visitar.
“…Cada día que pasa te veo más bonita…”

                                                                                       Por: Andrés Felipe Gallego Muñoz

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