
El alba caía en Ibague la bella cordillera occidental guiaba el largo camino que aun faltaba la planicie se volvía a asomar ya en la ruta hacia el Espinal uno de los municipios mas hermosos del Tolima, allí se hacia el cruce hacia un territorio árido pero a su vez hermoso era la recta final hacia la Tatacoa, una carretera tan plana pero tan ruda a la vez, cruzando, el Guamo, Saldaña, Coyaima y antes de llegar a Natagaima uno de los tantos percances.

En medio de la nada la llanta de la moto exploto, y en aquel árido lugar solo acompañado de una Coca-cola a aproximadamente 36 grados Centigrados la ilusión de llegar rápido se desvanecía toco arrastrar la moto por un buen tiempo, hasta que llegue a una estación de gasolina como puesta en el camino, allí espere un rato hasta proseguir mi camino, ya estaba cerca del Huila.
Se asomaban ya los cultivos de arroz ya superando Natagaima el ultimo Municipio del Tolima, se pasa la frontera y ya en Villa Vieja empieza la segunda travesía, terminada la carretera pavimentada tras un cruce donde se indica la dirección de la Tatacoa, es una especie de atajo pregunte a un lugareño que me indicara el camino cuando para mi sorpresa se atravesaba en frente mio el majestuoso Río Magdalena, en una lancha por solo dos mil pesos atravesamos el imponente cauce, una carretera destapaba empezaba el camino casi sin gasolina ya se sentía la arena y el calor de tan tempestuoso desierto.

Casi una hora en carretera destapada el miedo a quedarme sin Gasolina me asusto, rocas y arenas volaban para todo lado, dolor en las manos por la vibración de la moto, asustaba el largo trayecto mas por temer a quedarse sin Gasolina pero siempre hay un final, llegaba a Villa Vieja y un letrero que decía Bienvenido al Desierto de la Tatacoa, con una lagrima en la mejilla me hacia estremecer de felicidad.
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